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11,000 BCE
Período Jōmon
En los diversos yacimientos Jōmon se han hallado
instrumentos de hueso y piedras pulimentadas,
cerámica y figuras antropomorfas. Cabe señalar
que la cerámica Jōmon es la más antigua
producida por el ser humano. Imagen: Recipiente de terracota del
período Jōmon -
500 BCE
Período Yayoi
Durante este período se difundió un tipo de
sepulturas de gran tamaño con cámara y túmulo
ornamentado con cilindros de terracota con
figuras humanas y de animales. La cerámica
se producía con torno, principalmente tarros de
cuello ancho, botes con tapa, platos anchos, tazas
con asas y botellas de cuello estrecho. Imagen: Vaso Yayoi procedente de Tokio. -
300
Período Kofun
En este período encontramos las primeras muestras de pintura, como en el enterramiento real de Ōtsuka y las tumbas en forma de dolmen de Kyūshū, decoradas con escenas de caza, guerra, caballos, pájaros y barcos. Eran pinturas murales, elaboradas con rojo hematites, negro carbón, amarillo ocre, blanco caolín y verde clorito. Imagen: Daisen-Kofun, tumba legendaria de Nintoku Tennō. -
552
Período Asuka
La llegada del budismo produjo en Japón un gran impacto a nivel artístico y estético, con fuerte influencia del arte chino. La escultura, de tema budista, era en madera o bronce. La pintura seguía los patrones chinos, en tinta o pigmentos minerales sobre seda o papel, en rollos de pergamino o colgando de la pared. Imagen: Templo de Hōryū-ji, en Nara. -
710
Período Nara
En esta época tuvo su apogeo el arte budista, continuando con gran
intensidad la influencia china (los japoneses veían en el arte chino una armonía y perfección similares al gusto europeo por el arte clásico grecorromano). Los escasos ejemplos de arquitectura de la época son construcciones de aire monumental, como la Pagoda del Este de Yakushi-ji. Imagen: Pagoda del Este de Yakushi-ji. -
794
Período Heian
La ruptura de las relaciones con China produjo un arte más japonés, surgiendo junto al arte religioso un arte seglar que sería fiel reflejo del nacionalismo de la corte imperial. La arquitectura sufrió un cambio en la planta de los monasterios, que se erigían en lugares apartados, pensados para la meditación. La aparición de la escuela de yamato-e supuso la independencia de la pintura japonesa de la influencia china. Imagen: Templo de Enryaku-ji -
1185
Período Kamakura
En esta época se introdujo en Japón la secta zen, que influiría poderosamente en el arte figurativo. La arquitectura era más sencilla, funcional, menos lujosa y recargada. En esta época se inició la producción de la que sería la cerámica más típicamente
japonesa, destacando la figura de Toshiro. Imagen: Estatua de bronce del Buda Amida en el templo
Kōtoku-in, Kamakura -
1392
Período Muromachi
En esta época se desarrolló notablemente el arte de la jardinería,
sentando las bases artísticas y estéticas del jardín japonés. Se introdujo la técnica de la aguada, perfecta transcripción de la doctrina zen, que pretende reflejar en los paisajes lo que significan, más que lo que representan. Imagen: Jardín japonés del Museo de Adachi. -
1573
Período Azuchi-Momoyama
La producción artística de esta época se alejó de la estética budista, remarcando los valores tradicionales japoneses, con un estilo grandilocuente. En arquitectura destacó la construcción de
grandes castillos. La alfarería alcanzó un momento de gran esplendor, desarrollándose la cerámica destinada a la ceremonia del té, inspirada en la cerámica coreana. Imagen: Castillo Himeji, Himeji -
Período Edo
Destacan sus edificios coloristas y adornos sobrecargados que se distancian de los estilos de los templos de aquella época. Los interiores están adornados con laqueados, minuciosas esculturas de vivo colorido y magistrales paneles pintados. Se desarrolló notablemente la pintura, que adquirió gran vitalidad. Se trabajaba en diferentes formatos, desde paneles murales y biombos hasta pergaminos, abanicos y pequeños álbumes. Imagen: Gran ola de kawanagua -
Edad contemporánea
A partir de los años 1980 tuvo una fuerte implantación en Japón el arte postmoderno, ya que desde antaño ha sido característica la fusión entre el elemento popular y la sofisticación de las formas. En escultura existió igualmente la dualidad tradición-vanguardia, destacando los nombres de Yoshi Kinuchi y Romorini Toyofuku. La pintura también siguió dos corrientes: tradicional y occidentalista. Imagen: figura de Tomioka Tessai.