-
1a. Etapa: Desde la Revolución industrial hasta 1930
La economía deja de basarse en la agricultura y la artesanía para depender de la industria y, con ello, viene el control de calidad enfocado hacia los productos terminados, los cuales se clasifican en aprobados y rechazados. La producción se vuelve más compleja y surge, necesariamente, el papel de un inspector, quien supervisa la efectividad de las acciones que los operarios realizan. Surge la especialización de la mano de obra, aunque los errores se incorporan como parte del sistema. -
2a. Etapa: 1930-1949
En esta etapa, las necesidades de la gran producción en masa requirieron el control estadístico de la calidad y es aquí donde encontramos la contribución más significativa, que fue la inspección por muestreo en vez de la revisión del 100% de la producción. Con ello también se da la toma de acciones correctivas sobre los procesos, con lo cual, se llega a la reducción de costos y de productividad, aunque aún así, resulta insuficiente para enfrentar la creciente competitividad. -
3a. Etapa: 1950-1979
En esta etapa se encuentra que el problema de los productos se encontraba en las diferentes fases del proceso y no bastaba solo con la inspección estricta para eliminarlos. El interés principal fue la coordinación de todas las áreas organizativas en función de la calidad, como objetivo final.
Surgen los Programas y los Sistemas de Calidad, donde además de la medición estadística, se incorpora la planeación de la calidad. -
4a. Etapa: Década de los 80´s
El énfasis principal en esta etapa es el conocimiento de las necesidades y expectativas de los clientes, para construir una organización empresarial que lo satisfaga.
La alta dirección es la responsable de la calidad, teniendo que liderarla y hacer que todos los miembros de la organización sean partícipes. La calidad se vuelve una oportunidad competitiva. -
5a. Etapa: 1990 hasta la actualidad
La característica en esta etapa es que existe el valor total para el cliente, y pierde sentido la distinción entre producto y servicio.
El cliente está dispuesto a pagar lo que es valor para él, por lo tanto la calidad se vuelve perceptible y da la pauta para que la gente compre, y asimismo, genera la lealtad de los clientes hacia la marca y organización.
La calidad total, se vuelve la principal fuerza propulsora del funcionamiento de la empresa.