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La Montaña Magica, Burla Viatico. ( Thomas Mann )

  • 55

    Caminante

    Caminante
    El camino era el único transitable además de la carretera que descendía ,les condujo en ligera cuesta hacia la izquierda por detrás del sanatorio, pasando por las cocinas y las dependencias de servicio, donde vieron grandes depósitos de metal llenos de basura colocados junto a las rejas del sótano. Se prolongaba unos metros en esa dirección y hacia un marcado recodo para elevarse luego en una pendiente más pronunciada hacia la derecha, siguiendo la ladera poco cubierta de bosques.
  • 55

    El Puro

    El Puro
    Y de su petaca de cuero, ornada con un monograma de plata, sacó un María Mancini, un buen ejemplar de la capa superior de la caja, un poco aplastado como a él le gustaba; cortó la punta con una pequeña guillotina que llevaba colgando en la cadena del reloj, encendió el mechero de bolsillo e inspirando profundamente con deleite prendió el puro.
  • 56

    Fumar

    Fumar
    --Nunca fumo —respondió Joachim—. ¿Para qué iba a fumar, y además aquí?—
    No lo entiendo —dijo Hans Castorp—. No comprendo que se pueda vivir sin fumar. Sin duda, es privarse de lo mejor de la vida y, en todo caso, de un placer sublime. Cuando me despierto, me alegro de pensar que podré fumar durante el día, y cuando como, tengo el mismo pensamiento.
  • 57

    El Silbido

    El Silbido
    Una jovencita alta, vestida con un suéter verde, el cabello mal peinado y los ojos medio guiñados, pasó tan cerca de Hans Castorp que casi le rozó con el brazo. Y al mismo tiempo silbó… ¡Qué locura! No había silbado con la boca, pues ni siquiera redondeó los labios, todo lo contrario: los mantuvo completamente cerrados. El silbido había salido de su propio interior mientras le miraba con cara de tonta y los ojos entornados.
  • 58

    Gas

    Gas
    Luego insuflan gas, nitrógeno, ¿sabes?, y así el pulmón caseificado queda inutilizado. El gas, naturalmente, no se mantiene mucho tiempo. Es preciso renovarlo cada quince días, poco más o menos; es como si le inflasen a uno, y a te lo puedes imaginar. Y cuando este proceso se repite durante un año o más y todo sale bien, el pulmón puede sanar gracias al reposo.
  • 59

    Enferedad Y Muerte

    Enferedad Y Muerte
    —¡Dios mío —dijo—, son tan libres…! Quiero decir que son tan jóvenes que para ellos el tiempo no tiene importancia. Y luego, lo más probable es que se mueran. ¿Por qué iban a poner cara seria? A veces pienso que estar enfermo y morir no son algo tan serio, sino una especie de paseo sin rumbo; en realidad, las
    cosas serias no se encuentran más que en la vida de allá abajo. Creo que lo comprenderás cuando hayas pasado más tiempo entre nosotros.
  • 61

    Los Gritos

    Los Gritos
    En el momento en que el sacerdote franquea el umbral de la puerta comienzan a oírse gemidos y gritos de auxilio, y luego un alarido ininterrumpido, continuo, gritos lanzados por una boca abierta como un pozo. Aquel grito encerraba un dolor, un horror y una protesta indescriptibles, y por encima de todo se oían espeluznantes súplicas; y de golpe se convierte en un sonido vacío y sordo, como si ella hubiese desaparecido bajo la tierra y su voz viniese de las profundidades de un sótano…
  • 63

    La Risa

    La Risa
    No, jamás dejaré de creer que un moribundo es más respetable que cualquier tipejo que va por la vida paseando, riendo y ganando dinero sin privarse de nada. Es intolerable y su voz tembló de un modo muy extraño, así, sin más, es intolerable .De repente, sus palabras se ahogaron en la risa que se había apoderado de él y le dominaba; la misma risa de la víspera, nacida de las profundidades, desmesurada, que sacudía todo su cuerpo, que le hacía cerrar los ojos y brotar lágrimas.
  • 382

    Las Estaciones

    Las Estaciones
    El equinoccio de primavera había quedado atrás hacía tres meses, había llegado el solsticio de verano. Sin embargo, allí arriba, el año natural obedecía al calendario con cierto retraso: era ahora, en realidad, en estos días, cuando por fin reinaba un tiempo primaveral, una primavera aún fresca, ligera, sabrosa, carente de la pesadez del verano, con un resplandeciente cielo azul plateado y praderas tan cuajadas de flores multicolores como en los dibujos de un niño.
  • 387

    El Paseo

    El Paseo
    Caminaban de 4 en fondo en la medida que lo permitía la anchura, pues cuando encontraban a otros paseantes, Settembrini que iba a la derecha tenía que apartarse del camino, o la alineación se rompía, porque alguno se quedaba atrás; Naphta, que iba a la izquierda, o Hans, que iba entre el humanista y su primo Joachim. Naphta lanzaba una risa breve, con una voz un tanto ronca por el resfriado que, al hablar, recordaba al sonido de un plato roto cuando se le golpea con los nudillos.
  • 392

    Mercenario

    Mercenario
    Déjelo, ingeniero, interrumpió Settembrini. La vida militar es moralmente indiscutible porque es puramente formal, porque carece de contenido propio. El soldado por excelencia es el mercenario que se enrola a favor de la causa que sea. En una palabra: ha
    habido soldados de la Contrarreforma española, soldados del ejército revolucionario, soldados napoleónicos, garibaldinos y hay soldados prusianos. Hay que hablar del soldado cuando se sabe por qué causa se bate.
  • 396

    Ser Humano

    Ser Humano
    Haría usted mejor dejando de soñar y de romperse la cabeza, ingeniero ,le interrumpió Settembrini, y confiando en los instintos propios de su edad y su raza, que deben incitarle a la acción. También debería vincular su formación científica con la idea de progreso. Ya conoce cómo, en un inconmensurable período de tiempo, la vida se desarrolla desde la célula hasta el ser humano. No puede poner en duda, pues, que el hombre aún tiene abiertas ante él infinitas posibilidades de perfeccionamiento.