-
470 BCE
Sócrates y la ética como búsqueda de la virtud
En la Grecia Clásica, Sócrates establece la ética como un ejercicio de cuestionamiento constante sobre cómo vivir una vida virtuosa. Rechaza los valores tradicionales y promueve el autoconocimiento como la clave para actuar con justicia. Para Sócrates, una vida no examinada no merece ser vivida, y su método socrático (preguntar y dialogar) se convierte en un pilar de la filosofía moral. -
427 BCE
Platón y la teoría del bien supremo
Discípulo de Sócrates, Platón desarrolla su teoría de las Ideas, donde el "Bien" es la forma más elevada que guía a la humanidad hacia la justicia y la virtud. En su obra La República, plantea una visión idealista de una sociedad donde los gobernantes filósofos actúan conforme al conocimiento del Bien. La moralidad, según Platón, está ligada a la trascendencia y la perfección de las ideas. -
384 BCE
Aristóteles y la ética eudaimónica
En su obra Ética a Nicómaco, Aristóteles introduce el concepto de eudaimonía, que se traduce como "felicidad" o "florecimiento humano". Sostiene que la felicidad es el fin último de la vida y se alcanza practicando virtudes como la justicia, el coraje y la templanza, siempre buscando el equilibrio (el justo medio). Su enfoque práctico contrasta con el idealismo de Platón, centrándose en cómo actuar en situaciones concretas. -
300 BCE
El estoicismo y la vida conforme a la razón
Fundado por Zenón de Citio, el estoicismo propone que la virtud es el único bien verdadero y que se alcanza viviendo en armonía con la naturaleza y la razón. Los estoicos, como Epicteto y Séneca, defienden la idea de que las emociones deben controlarse para lograr la tranquilidad del alma (ataraxia) y la libertad interior, independientemente de las circunstancias externas. -
430
San Agustín y la ética cristiana
San Agustín integra la filosofía griega con el cristianismo, argumentando que la ética debe estar basada en la voluntad divina. En obras como La ciudad de Dios, desarrolla la idea de que el bien supremo es Dios y que la felicidad solo se alcanza a través de la fe y la gracia divina. La moralidad está relacionada con el amor, donde el amor a Dios guía todas las demás acciones. -
1274
Tomás de Aquino y la síntesis de fe y razón
Durante la Edad Media, Tomás de Aquino desarrolla una ética que combina la teología cristiana con el pensamiento aristotélico. En su obra Suma Teológica, explica que la razón humana puede entender los principios morales universales, pero la revelación divina proporciona un conocimiento superior. Define el bien supremo como la unión con Dios y argumenta que las leyes naturales, basadas en la razón, son reflejo de la ley eterna de Dios. -
Immanuel Kant y el imperativo categórico
En la obra Fundamentación de la metafísica de las costumbres, Kant presenta una ética basada en la autonomía de la razón. Propone el imperativo categórico: "Actúa solo según aquella máxima que puedas querer que se convierta en ley universal". Para Kant, la moral no depende de las consecuencias, sino del deber y del respeto por la dignidad humana. Su enfoque establece un marco universal para juzgar las acciones. -
John Stuart Mill y el utilitarismo
Mill publica El utilitarismo, donde expande las ideas de Jeremy Bentham. Plantea que la moralidad se basa en maximizar el bienestar y la felicidad del mayor número de personas. Sin embargo, distingue entre placeres superiores (intelectuales) e inferiores (físicos), argumentando que los primeros son más valiosos. Este enfoque pragmático influye en la ética social y política. -
Jean-Paul Sartre y la ética existencialista
En el ser y la nada, Sartre sostiene que la existencia precede a la esencia, es decir, los seres humanos no nacen con un propósito definido, sino que deben crear sus propios valores y sentido de vida. La libertad absoluta implica una responsabilidad total sobre las elecciones personales. Sartre rechaza las normas preestablecidas y enfatiza la autenticidad como el principio ético fundamental. -
Principios de la bioética moderna
Tom Beauchamp y James Childress publican Principles of Biomedical Ethics, estableciendo un marco ético para la medicina y la biotecnología. Proponen cuatro principios fundamentales:
Autonomía: Respetar las decisiones individuales.
Beneficencia: Promover el bienestar de los pacientes.
No maleficencia: Evitar causar daño.
Justicia: Garantizar una distribución equitativa de los recursos médicos. Este modelo se convierte en una referencia clave para los debates éticos contemporáneos.