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El inicio
El mundo del príncipito, donde sólo habitaba él hasta que una rosa roja y vanidosa le hizo compañía. Su planeta era tan pequeño que si él quisiera, podía ver 43 veces el ocaso con sólo cambiar de posición. Posteriormente, el príncipito deja su mundo y decide viajar por otros.
“¡La flor perfumaba e iluminaba mi vida y jamás debí huir de allí! ¡No supe adivinar la ternura que ocultaban sus pobres astucias! ¡Son tan contradictorias las flores! Pero yo era demasiado joven para saber amarla". -
Primer planeta
El príncipito deja su planeta y decide viajar. El primer mundo en que él visita es el mundo de un rey ingenuo, vestido de púrpura y armiño. Creía ser prepotente sobre todo el universo; no obstante, el rey sólo era rey de él mismo.
"Sólo hay que pedir a cada uno, lo que cada uno puede dar." -
Segundo planeta
El segundo planeta estaba habitado por un vanidoso. El príncipito en un principio estaba fascinado con el vanidoso; no obstante, con el paso de los minutos, se dio cuenta que no tenía gracia en alabar a una persona que se quería sólo a sí misma. -
Tercer planeta
El tercer planeta no deparó nada interesante para el príncipito, sólo un aire lúgubre. ¡Oh, bebedor, que te encuentras en este planeta! Sólo buscaba escapar de su realidad, irónicamente ahogándose en ésta misma: El alcohol. -
Cuarto planeta
El cuarto planeta le mostró al príncipito lo aburrido de los adultos: Los negocios. Este planeta estaba ocupado por un hombre de negocios que, ante la llegada del príncipito, seguía absorto en su suma.
" ¡Yo soy un hombre serio y no tengo tiempo de desvariar!"
El príncipito parte hacia el siguiente planeta, reafirmando su teoría de que las personas mayores son diferentes. -
Quinto planeta
El quinto planeta fue más sorpresivo para el príncipito, al sólo haber un farol y un farolero. Y aunque el farolero no hiciera gran cosa, al príncipito le agradó por ocuparse en algo más que en sí mismo, diferencia con los anteriores personajes que había conocido.
"Cuando enciende su farol, es igual
que si hiciera nacer una estrella más o una flor y cuando lo apaga hace dormir a la flor o a la estrella. Es
una ocupación muy bonita y por ser bonita es verdaderamente útil." -
Sexto planeta
El sexto planeta era diez veces más grande que el suyo, y era habitado por un hombre rodeado de varios libros. El hombre era un geógrafo, que tomaba nota de lo que sus exploradores le decían, pero nunca salía a ver por sí mismo los hechos.
"¿De qué sirve solazarse en el consuelo de las “cosas eternas” si se descuida eso “efímero” donde se asienta verdaderamente la vida?" (Juan Pablo Carrillo Hernández) -
Séptimo planeta
Parte 1: El príncipito cae en la tierra, exactamente en África. El geógrafo le había asegurado que la tierra era grande y encontraría vastas personas; pero, la decepción inundó su ser cuando no encuentra a nadie. Aunque, después de su llegada, la serpiente enigmática llega, y ambos se desenvuelven en una conversación donde el príncipito decide ir a buscar a los hombres. -
Séptimo planeta
Parte dos: el príncipito sigue caminando por el desierto, hasta que se topa una efímera flor de tres petalos que ha vivido poco para presenciar bastantes humanos en el desierto. El príncipito pregunta, y ella sólo le aconseja seguir el viento, donde los humanos estarán al final.
Parte tres: El príncipito escala unas montañas, ingenuamente pensando en que vería al mundo, aunque visualizando sólo lo poco. Allí se dio cuenta de que la tierra es bastante grande y siguió su camino. -
Séptimo planeta
Parte cuatro: Un jardín de rosas se le es presentado al príncipito, y éste se da cuenta de que su rosa no es única en su especie, sintiéndose afligido por esto. Sin embargo, llega el zorro para conversar con él, y le enseña el verdadero valor de que una cosa o persona es diferente cuando se tiene un lazo afectivo con ella, el cómo la vida se encuentra a través de los pequeños momentos y cómo lo esencial es invisible ante los ojos, pero no ante el corazón. -
El final
El príncipito encuentra al final de su travesía a un viajero que su avión ha dejado varado. Se hace amigo de este, y le cuenta por los mundos que ha viajado y las personas que ha conocido, además de las enseñanzas que le han dejado.
Después de haber compartido sus memorias y haber creado un lazo con el viajero, el príncipito se despidió de él, asegurándole que todas las estrellas reirían para él. Y así, volvió a su planeta, con su efímera y débil rosa.