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La silla de ruedas
En este caso, el autor del invento ha quedado en el anonimato, aunque quedó constancia de su ingenio. La silla, bastante más compleja que las actuales, fue creada para Felipe II. Las características que la convirtieron en precursora de la actual fue el uso de ruedas y su resplado reclinable. Este artificio data de 1595. Posteriormente, ya en el año 1783, John Dawson de Bath creó una silla considerada la precursora de los diseños actuales. -
El laringoscopio
El laringoscopio, un instrumento que sirve para examinar la glotis y las cuerdas vocales facilitando de forma sencilla las labores de los facultativos. Fue inventado por Manuel García en 1855. Curiosamente, no se trata en este caso de un ingeniero o médico, sino que este inventor fue un reconocido cantante de ópera (barítono), que tuvo un gran interés por descubrir la anatomía de esta parte del cuerpo humano. -
Submarino
Fue toda una hazaña: el primer submarino que se construyó fue de madera y fue obra del catalán Narciso Monturiol, en 1859. Sin embargo, quedaba mucho por mejorar, y en 1888, el murciano Isaac Peral lo hizo.
Esta vez fue realizado en acero inoxidable (1888), aumentando mucho más su resistencia para mayores profundidades. Este primer submarino contaba con 77 toneladas, dos motores (eléctricos, lo cual fue toda una revolución), un lanzatorpedos, y una velocidad de 11 km/h. -
La máquina de rayos X
Mónico Sánchez, nacido en Ciudad Real, es un ingeniero eléctrico español considerado pionero en los campos de la radiología, las telecomunicaciones sin cables y la electroterapia. Fue el inventor de un aparato portátil de rayos X y corrientes de alta frecuencia en el año 1909, durante su estancia en Nueva York. La posibilidad de poder transportar este aparato en una simple maleta resultó fundamental para los servicios médicos durante la I Guerra Mundial. -
La calculadora
Cuántos quebraderos de cabeza ha resuelto este invento a más de un estudiante. La calculadora, precursora de la que hoy la conocemos, fue un invento del ingeniero y matemático cántabro Leonardo Torres Quevedo, que diseñó el primer prototipo en el año 1920. También fue inventor del telekino, precursor del actual mando a distancia. Y del teleférico, artilugio que inventó en 1887 con el objetivo de salvar un desnivel de cerca de 200 metros que tenía en su propia casa. -
La grapadora
Llamado en origen ‘cosepapeles’, la grapadora fue inventada por dos vecinos de Eibar llamados ambos Juan, el primero con apellido Olave y el segundo Solozabal. El invento de la grapadora data del año 1932. -
Traje de astronauta
Fue inventado por Emilio Herrero, ingeniero aeroespacial granadino, en 1935. El español ideó el primer prototipo del traje de astronauta que, posteriormente, fue perfeccionado por la antigua URSS para ser utilizado en sus misiones espaciales. El primer paso de este traje fue la invención de la escafandra, que Emilio Herrero creó para permitir una mejor oxigenación y confort térmico a los pilotos de globos aeroestáticos. -
El futbolín
Otro de los inventos españoles pensados para disfrutar del tiempo libre es el futbolín. Fue inventado por el gallego Alexandre Campos en 1937 y su nombre original fue ‘futillo’. También creó un baloncesto de mesa o ingeniosas cajas de música. -
El sacapuntas
En este caso, hay cierta controversia sobre la autoría, que otras fuentes atribuyen a un inventor francés. Lo que podemos asegurar a ciencia cierta es que en 1945 Ignacio Urresti inventó el modelo que más parece al que usamos hoy en día, a través de la empresa El Casco. Y decimos que más se parece porque, con el tiempo, el sistema se ha ido simplificando. El invento original, que estaba inspirado en el mecanismo del molinillo de café, funcionaba gracias a una manivela y pesaba más de un kilo. -
La fregona
El ingeniero aeronáutico de origen riojano Manuel Jalón ha pasado a la historia por inventar un objeto tan sencillo como práctico: la fregona (1964). Patentada bajo su propia marca llegó a vender más de 60 millones de unidades en todo el mundo. El escurridor del cubo, que permitía no entrar en contacto con la lejía, y el palo para manejar ‘el mocho’, que evitaba realizar esta tarea de rodillas, fueron las claves del éxito.