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De una mano a otra
Tras años encerrado entre cuatro paredes, por fin veía la luz. Me presento: soy un anillo de oro pero no soy un anillo cualquiera. Soy un anillo familiar y paso de mano a mano cuando mi nuevo dueño celebra la comunión. Esta vez le tocaba el turno a Alberto que a sus diez años celebraba su primera comunión. Vi su cara de felicidad cuando me tuvo en sus manos por primera vez. -
Period: to
Mi dueño va creciendo
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¡Es una niña!
Un 23 de abril de 1997 nacía Nora, la hija de Alberto. Alberto estaba muy ilusionado con su primera hija y nada más verla pensó en el anillo. El anillo de oro era una herencia familiar que siempre se lo quedaba el hijo primogénito. Esta vez le tocaría a Nora. -
La primera comunión
Diez años después, cuando Nora cumplió 10 años, celebró su primera comunión. Alberto estaba muy ilusionado, pues era el momento de entregarle el anillo. La comunión se celebraba en los jardines del Hotel Aretxarte. Alberto entregó el anillo a su hija y vio en su rostro la felicidad. -
¿Hasta cuándo?
Hola, vuelvo a ser el anillo. Nora ya tiene 22 años y aunque me sigue llevando en su mano, cada vez que me mira piensa en cuándo será el momento de entregarme. Espero seguir siendo tradición por muchos años más.