Evolución de la reflexión sobre la traductología.

  • 395

    La Antigüedad.

    Primeros testimonios de traducciones por motivos culturales y aparecen las primeras manifestaciones de reflexión sobre la traducción. (46 a.C.) Cicerón inaugura un debate entre traducción literal y traducción libre. (395) San Jerónimo transmite una reflexión e introduce el término "sentido" en la discusión. Así como también diferencia la traducción sacra de la profana.
  • 890

    La Edad Media. (1)

    Recuperación de los conocimientos de la Antigüedad y como creación de las bases literarias de diferentes culturas europeas. (890) La postura del Rey Alfredo es: a veces palabra por palabra, otras veces sentido por sentido.
  • 1199

    La Edad Media. (2)

    (1199) Maimónides dice: «El traductor debe sobre todo aclarar el desarrollo del pensamiento, después escribirlo, comentarlo y explicarlo de modo que el mismo pensamiento sea claro y comprensible en la otra lengua»
    (1307) Dante introduce argumentos en pro de la intraducibilidad, señalando la dificultad de la traducción.
    (1440) Bruni inicia la historia de los manuales de traducción.
  • 1530

    El Renacimiento. (1)

    (1530) Lutero deja un testimonio de una nueva manera de concebir la traducción en las Sagradas Escrituras, formando parte de los primeros tratados sobre la traducción. Siendo un claro exponente de la tendencia traductora defensora de la adaptación a la lengua de llegada. (1532) Vives distingue: «se atiende no más que al sentido», «la sola frase y la dicción» «cuando la sustancia y las palabras mantienen su equilibrio y equivalencia».
  • 1540

    El Renacimiento. (2)

    (1540) Las cinco reglas de Dolet: «es preciso que el traductor comprenda perfectamente el sentido y el tema [...] conozca perfectamente la lengua [...] no hay que someterse al texto hasta el extremo [...] no emplear palabras demasiado próximas al latín [...] la observación de la armonía del discurso». (1549) Du Bellay compara la traducción con un retrato, al ser copia material le faltaría siempre un alma.
  • 1561

    El Renacimiento. (3)

    (1561) Fray Luis de León establece la diferencia entre trasladar y declarar, «si fuere posible contar las palabras, para dar otras tantas, y no más».
  • El siglo XVII.

    (1660) Tende propone nueve reglas en las que defiende tanto la fidelidad al original como el embellecimiento de la lengua de llegada. (1963) Cary justifica y alega la falta de conocimientos que tienen los lectores de la época y la necesidad de que el traductor actúe al mismo tiempo de adaptador.
  • El siglo XVIII. (1)

    Se produce un auge del papel de la traducción y el inicio de la ampliación de las lenguas de las que se traduce. (1763) D’Alambert «libera al traductor de la necesidad en las que a veces se hallaría de sacrificar el ornato a la precisión, o la precisión al ornato». (1776) Capmany aboga por una fidelidad al sentido y a la letra del autor, matiza los límites de la traducción literal y la traducción libre. también se muestra precursor de la traducción reconstitución histórica del XIX.
  • El siglo XVIII. (2)

    (1789) Campbell propone fidelidad al sentido, respeto al espíritu y al estilo del autor, y claridad del texto de llegada para funcionar como un original. (1791) Tytler introduce la figura del destinatario en la consideración de la traducción con tres leyes: 1. Debe reproducir completamente las ideas de la obra original. 2. El estilo y la forma de escribir deben ser de la misma naturaleza que los del original. 3. Debe poseer la naturalidad propia de las composiciones originales.
  • El siglo XIX. (1)

    Se produce un expansión industrial, se internacionalizan relaciones y se diversifican los intercambios entre lenguas. (1813) Schleiermacher señala el doble movimiento a la hora de traducir: hacia el lector o hacia el autor. (1816) Esquilo «mientras no se siente la extrañeza, sino lo extraño, la traducción habrá alcanzado su máxima fidelidad».
  • El siglo XIX. (2)

    (1818) Goethe distingue tres tipos de traducción: el acercamiento al destinatario de la traducción, la época periodística de adaptación de las manifestaciones extranjeras, y la perfecta identidad entre original y traducción. (1820) Mme. de Staël defiende el gran papel de transportador cultural de la traducción y matiza que no hace falta dar "su propio color". (1827) Bello afirma «el traductor de una obra de imaginación aspira a una verdadera fidelidad».
  • El siglo XIX. (3)

    (1837) Grégoire y Collombet plantean que: «Existen dos maneras de traducir, la más fácil... conservando el color del estilo del autor que se reproduce». (1866) Leconte de Lisle introduce la doble manifestación: literalismo lingüístico y un literalismo histórico. (1992) Ballard señala que los traductores victorianos son bellas infieles de segundo grado.
  • La primera mitad del siglo XX. (1)

    Esta era fue denominada "la era de la traducción", en dónde surgen nuevas variedades de traducción, se extiende a todas las ramas del saber y también inician las primeras organizaciones profesionales y los primeros centros de formación de traductores de y de intérpretes, todo esto culmina tras la Segunda Guerra Mundial. • La primera mitad del siglo XX: la hermenéutica traductología.
    (1923) Benjamin afirma: «la verdadera traducción es transparente, no cubre el original, no le hace sombra»
  • La primera mitad del siglo XX. (2)

    • La revolución soviética.
    Marca una tendencia en la reflexión soviética sobre la traducción: la vinculación de los aspectos teóricos y prácticos.
    Salieron libros específicos de varios autores como por ejemplo, Chukovsky (1930), Federov en el mismo año y Alekséyev en 1931. Esta actividad investigadora fue interrumpida por la guerra en Alemania, pero marcó un inicio.
  • La primera mitad del siglo XX. (3)

    (1937) La obra de Ortega y Gasset ve a la traducción como un afán utópico.
    Ortega relaciona la traducción con toda la actividad lingüística, diciendo que es «un género literario parte, con sus normas y finalidades propias» (1943) Ayala dice «El ideal de la traducción resulta inalcanzable. Cada obra es en esencia intransferible y única».