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Desde la Creación
En compañía con Dios, Adán y Eva, exploraron su hogar paradisíaco. El paisaje era maravilloso, indescriptible. Mientras el sol se ponía lentamente ese primer viernes, el sexto día de la creación, y comenzaban a brillar las estrellas, “vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera” (Gén.1:31). De este modo, Dios terminó su creación de “los cielos y la tierra, y todo el ejército de ellos” (Gén. 2:1). -
Desde la Creación
Pero si bien es cierto que el mundo que Dios acababa de completar era incomparablemente hermoso, el mayor don que el Creador podía concederle a la pareja recién creada era el privilegio de mantener una relación personal con él. Por eso les dio el sábado, un día especial de bendición, camaradería y comunión con su Creador. -
Actos distintivos Divinos
El sábado llega hasta nosotros desde un mundo sin pecado. Es el don especial de Dios que permite que la raza humana experimente
la realidad de un cielo en la tierra. Tres actos divinos distintos establecieron el sábado encontrados en Gén. 2:2
DIOS Bendijo - Reposó - Santificó el día de reposo Sábado -
En el Sinaí
Los acontecimientos que siguieron a la salida de los israelitas de Egipto, demuestran que prácticamente se habían olvidado del sábado. Los rigurosos requerimientos de la esclavitud parecen haber hecho de la observancia del sábado algo muy difícil. Poco después que obtuvieron su libertad, Dios les recordó en forma prominente, por medio del milagro del maná y la proclamación
de los Diez Mandamientos, su obligación de observar el séptimo día sábado. -
El Sábado
El bondadoso Creador, después de los seis días de la creación, descansó el séptimo día, e instituyó el sábado para todos los hombres, como un monumento conmemorativo de la creación. El cuarto mandamiento de la inmutable Ley de Dios requiere la observancia del séptimo día, sábado, como día de reposo, adoración y ministerio, en armonía con las enseñanzas y la práctica de Jesús, el Señor del sábado. -
Cristo
La Escritura revela que Cristo fue, tanto como el Padre, el Creador. Por lo tanto, él fue quien apartó el séptimo día como día de reposo para la humanidad. Más adelante, Cristo asoció el sábado no solo con su obra creadora sino también con su obra redentora. Como el gran “Yo Soy”, incorporó el sábado en el Decálogo como un poderoso recordativo de este compromiso semanal de adoración al Creador. De este modo, el sábado marca a los que han aceptado a Jesús como Creador y Salvador.