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Reloj de oro

  • El día que me compraron

    El día que me compraron
    Llevaba mucho tiempo en el escaparate y había perdido la esperanza de que alguien me comprara. La tienda Longines se ubicaba en un barrio donde la gente no tenía tanto poder adquisitivo como para comprarme. Un día un hombre paró ante el escaparate y se quedó mirándome fijamente. No dudó en entrar y le pidió a la dependienta que me pusiera en una caja para regalarme a su mujer. Más tarde me enteré que me compró con el dinero que había ganado vendiendo conejos.
  • El día que me rompí

    El día que me rompí
    No había día en el que mi dueña Eguzkiñe no me llevara puesto. Siempre tenía mucho cuidado conmigo, ya que era un regalo muy preciado, tanto por la persona que se lo había regalado como por el valor que tenía. Un día viendo al Athletic en San Mamés metieron gol y al alzar los brazos caí al suelo debido a que mi correa no estaba bien cerrada. Solo me rompí el cristal, pero Eguzkiñe, muy disgustada, no tardó ni un día en llevarme a la tienda para arreglarme.
  • Period: to

    Tiempo en el que Jesús me llevó puesto

    Jesús, el marido de mi dueña, me llevó puesto mucho tiempo, aunque es cierto que tuvo que hacerme un arreglo porque le apretaba mucho.
  • Mi primera vez en una boda

    Mi primera vez en una boda
    Mi dueña murió muy joven, concretamente a los 50, y su marido, Jesús, decidió llevarme puesto hasta que recibió una gran noticia: su hijo Juan se casaba con una gallega en Mougás. Jesús quiso que su nuera me llevase en su boda y así hacer memoria a su difunta mujer. Deseaba con todas mis fuerzas que llegara ese día, ya que ella iba a ser el centro de atención y, por lo tanto, yo también. A pesar de ser un largo día, llegué a casa intacto.
  • El día en el que quedé en el olvido

    El día en el que quedé en el olvido
    La mujer de Juan era una persona muy cuidadosa con todas sus pertenencias, e incluso más todavía con los regalos que le hacían. Conocía de primera mano el esfuerzo que le había supuesto a Jesús comprarme. Por esa razón, tenía mucho miedo de que me rompiera. El día que me llevó a la boda fue el último viendo la luz del sol, ya que cuando llegó del Pazo de Cea me metió de nuevo en mi caja y me guardó en el primer cajón de su mesilla de noche para siempre.