-
Mis primeras experiencias en el mundo
Como muchas otras piedras, yo nací para formar parte de un muro, aunque con la sutil diferencia de que a mí me utilizaron para construir uno de los muros más famosos de la historia: el Muro de Berlín. Durante mis primeros años de vida me acostumbré a ser un símbolo de separación y dolor. Sin embargo, todo cambió en 1989, cuando una revuelta popular logró separar mi cuerpo del de mis compañeras y, con ello, derribar el muro. -
Un largo viaje
Tras vivir un momento tan emocionante como la caída del muro, empecé a tener esperanzas sobre mi futuro ¿Qué me deparaba? Al fin y al cabo, yo no era un piedra más ¡Era una piedra famosa! Mis compañeras y yo vivíamos expectantes, esperando que alguien nos diese un nuevo propósito cuando, un día, una joven apareció entre la multitud y me levantó del suelo, me miró con ojos ilusionados y me metió en su bolso. Tras aquello solo recuerdo mucho ajetreo y un largo viaje en avión. Estaba en otro mundo. -
De mano en mano
Logré enterarme de que el destino de mi viaje había sido Bilbao, una ciudad en el norte de España. Llegué con ilusión y nerviosismo, quería ser útil y tener un gran propósito, pero, finalmente, fui un simple regalo para un hombre que no pareció especialmente emocionado al recibirme... ¿¡No sabía quién era yo!? El caso es que me guardaron en un triste cajón hasta que un buen amigo de mi dueño se interesó por mí. Un hombre sabio, sin duda. -
Period: to
Mi hogar
Tras muchas idas y venidas, aquel hombre sabio supo encontrarme un lugar. Su hija, muy interesada en mi recorrido, estuvo encantada de hacerme un hueco en su casa, donde resido actualmente entre libros y otros objetos de distintas partes del mundo. Y, aunque este no era el futuro que un día planeé, formar parte del hogar de una familia me enseña cada día algo nuevo; Y yo les muestro que las piedras tenemos memoria, y que si te molestas en preguntarnos, podemos contarte grandes historias.
