Maquina de coser 1

Máquina de coser

By aidarey
  • Salgo de la fábrica

    Salgo de la fábrica
    Heredé el nombre de mi madre, Alfa. Tenía un par de años cuando me arrastraron y subieron a un camión junto a otras 20 compañeras sin saber cuál era mi destino. Viajé durante 5 horas y, al bajarme, el paisaje verde de las montañas vascas había cambiado por completo. Estaba en Tamames, Salamanca, y todo a mi alrededor parecía seco. La casa a donde me llevaron era pequeñita y estrecha, pero estaba llena de vida y de ilusión por conocerme.
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    Primeros pasos

  • ¿Quién me compró?

    ¿Quién me compró?
    Por lo que he escuchado a lo largo de los años, me compraron dos hermanas de la familia, Luisa y Ricarda, con el dinero que ganaban sirviendo en algunas casas, como un regalo para su madre, la que siempre ha sido para mí la abuela Kika. El padre no me quería en casa porque ocupaba espacio, pero el resto de miembros me acogieron con los brazos abiertos porque nunca antes habían visto a nadie como yo. De esto hace ya casi 70 años.
  • Empiezo a funcionar

    Empiezo a funcionar
    El primer día de trabajo fue duro. Bajo la supervisión de mi abuela Kika, su hija Carmen me colocó el carrete de hilo con extremada delicadeza y, a continuación, puso sobre mí un trozo de tela de color blanco. Giré sobre mí misma y empecé a pedalear. Desde la esquina del salón en el que me tenían colocada, veía a Avelina emocionada por el traje de comunión que le iba a coser su hermana. Cuando lo acabé al cabo de los días y vi su sonrisa, me sentí profundamente orgullosa de mi primer trabajo.
  • Period: to

    Mi juventud

  • Vuelvo a mi tierra

    Vuelvo a mi tierra
    Había escuchado algún que otro rumor, pero no me esperaba que ese año volvería a mis orígenes. En concreto a Tolosa muy cerquita de donde yo nací. La vida en Tamames estaba empezando a complicarse y mi familia decidió moverse porque aquí había más opciones de trabajar. Algunas de las hermanas ya llevaban tiempo viviendo en este pueblo, así que fue el momento en el que volver a reunirnos todos.
  • Cambios

    Poco a poco, fui viendo cómo cada vez éramos menos en casa y cómo mi presencia también era menos necesaria. Cuando Carmen me abandonó, me quedé con la abuela. Ella me cuidaba bien, me limpiaba todos los días y, de vez en cuando, me obligaba a trabajar un poco para que no perdiera la práctica. Fue entonces cuando empecé a coser mis primeras prendas de bebé y a bordar letras sobre baberos y batas. A veces, rodeada de sus nietos, escuchaba a la abuela contarles mi historia.
  • Period: to

    Envejezco junto a la abuela

  • Un día triste

    Un día triste
    La abuela Kika murió con 94 años. Hacía tiempo que ya no me utilizaba, pero estuve en su cuarto, en silencio y tapada, cuidando de ella hasta sus últimos días. Veía su debilidad, su mirada caída y cómo su luz iba apagándose poco a poco. Fueron unos meses tristes en los que de vez en cuando me acariciaba para quitarme el polvo y verme bonita.
  • ¿Quién soy ahora?

    ¿Quién soy ahora?
    Sigo siendo pequeña, aunque bastante corpulenta. Soy de color negra, elegante según dicen los que me ven, aunque la mayoría de mis compañeras actuales deben ser de diferente color y algo más modernas. A mí ya me pesan los años, pero sigo aguantando en un rincón de la habitación de Avelina.