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El Homo habilis y Homo erectus evolucionaron física y tecnológicamente. Desarrollaron herramientas primitivas, bipedismo y dominaron el fuego, proporcionando luz, calor, protección y mejorando su calidad de vida.
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Durante este período, la expansión de neandertales en Europa y la emergencia de los primeros Homo sapiens en África se acompañaron de importantes avances tecnológicos, sociales y culturales, como herramientas de piedra más sofisticadas, técnicas de caza eficientes, organización comunitaria compleja y prácticas rituales como enterramientos intencionales.
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El Paleolítico Superior se caracterizó por el Homo sapiens, que impulsó innovaciones tecnológicas significativas, incluyendo herramientas de piedra y madera, armas como arcos y arpones, y avances en la confección de vestimenta mediante técnicas de curtido y costura mejoradas.
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La revolución agrícola, ocurrida hace 10.000 años, transformó la relación entre humanos y su entorno, permitiendo la domesticación de plantas y animales, producción masiva de alimentos y establecimiento de asentamientos permanentes, lo que impulsó el crecimiento poblacional y sentó las bases para el desarrollo de sociedades complejas.
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La escritura cuneiforme, desarrollada en Mesopotamia hace 9.000 años, marcó un hito fundamental en la historia humana, permitiendo registrar historias, leyes y transacciones comerciales, facilitar la comunicación y sentar las bases para la literatura, la poesía y la administración eficiente de ciudades-estado.
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Hace 7.000 años, la construcción de Jericó inició la urbanización en la región, estableciendo un centro comercial y cultural destacado. Con una estructura social sofisticada, sistemas de irrigación y defensa avanzados, Jericó se convirtió en un modelo para el desarrollo de ciudades complejas, demostrando la capacidad humana para crear asentamientos permanentes y prósperos.
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El Período Sumerio, primer capítulo de la civilización mesopotámica, fue testigo de logros innovadores. Los sumerios crearon la escritura cuneiforme, establecieron ciudad-estados, desarrollaron la agricultura, la irrigación y construyeron monumentos como el Ziggurat de Ur. Además, instituyeron un sistema monárquico y el calendario lunar, sentando bases fundamentales para la civilización occidental.
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La antigua China experimentó un notable avance en gobierno, filosofía, ciencia y tecnología. Destacaron las dinastías Shang y Zhou, el confucianismo, el taoísmo, inventos como la pólvora y la brújula, y la construcción de la Gran Muralla.
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La Conquista Persa significó el fin de la civilización mesopotámica. Los persas, bajo el mando de Ciro el Grande, conquistaron la región en el 539 a.C. y absorbieron su rica cultura, fusionándola con la suya propia. Babilonia se convirtió en una provincia persa y el Imperio Aqueménida estableció una administración y burocracia eficientes, marcando una nueva era en la historia de Mesopotamia.
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La dinastía Zhou (1046-256 a.C.) marcó un período clave en la historia china, destacando por el florecimiento del Confucianismo, Taoísmo, música, poesía y construcción de la Gran Carretera de la Seda, dejando un legado duradero en la cultura china.
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El Periodo Babilónico fue una época de florecimiento cultural y político, destacando por logros jurídicos, comerciales y arquitectónicos innovadores. El Código de Hammurabi, un hito en la historia del derecho, estableció principios fundamentales de justicia. Babilonia se erigió como un centro de excelencia cultural y comercial, simbolizado por la majestuosa construcción del Templo de Marduk.
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El Período Asirio se caracterizó por una expansión militar y conquistas estratégicas, consolidando un vasto imperio. Los asirios implementaron un sistema de comunicación eficaz, impulsaron la arquitectura y la escultura, y crearon iconos culturales como el Palacio de Nimrud. Nínive se erigió como capital, simbolizando el poder y la grandeza asiria.
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Mesopotamia, ubicada entre los ríos Tigris y Éufrates, es considerada la cuna de la civilización occidental (4.500-539 a.C.). En este territorio surgieron ciudades-estado pioneras como Ur, Uruk y Babilonia, y se desarrollaron innovaciones fundamentales como la escritura cuneiforme, empleada en obras literarias como "La Epopeya de Gilgamesh". Además, las sociedades mesopotámicas destacaron por sus avances en irrigación, agricultura, comercio, estructuras sociales y políticas complejas.