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eScholarium Enero (version de compatibilidad)(codigo de acceso:6638)

  • Capitulo 1

    Capitulo 1
    Yo les enseñe a las personas mayores mi dibujo y ellos creyeron que se trataba de una montaña pero era una serpiente que se habia comido a un elefante.
  • Capitulo 2

    Capitulo 2
    Me sentí muy solo y pense en ir a un planeta cercano a ver si habia alguien con el que pudiera hablar.
    Asique me puse ne marcha y cuando llegue al planeta oí una voz que decia: ¡Pintame un un cordero! y entonces decidi pintarle un cordero a aquella extraña criatura.
  • Capitulo 3

    Capitulo 3
    Necesité tiempo para comprender de dónde venía. El principito, que siempre insistía con sus preguntas, no parecía oír las mías. Fueron frases al azar las que, poco a poco, me fueron revelando sus secretos. Así, cuando distinguió por vez primera mi avión (no dibujaré mi avión, por tratarse de algo demasiado complicado para mí) me preguntó:
  • Capitulo 4

    Capitulo 4
    De esta manera supe otra cosa importante: su planeta era apenas más grande que una casa.
    Esto no me sorprendió mucho pues sabía muy bien que además de los grandes planetas como la Tierra, Júpiter, Marte, Venus, a los cuales se les ha puesto nombre, existen otros muchos, centenares de ellos, tan, tan pequeños, que a algunos es difícil distinguirlos aun con la ayuda de los telescopios. Cuando un astrónomo descubre uno de ellos, le da por nombre un número. Le llama, por ejemplo, "Asteroide 3251"
  • Capitulo 5

    Capitulo 5
    Cada día, lentamente y al azar de las reflexiones, aprendía algo nuevo sobre el planeta, sobre la partida y sobre el viaje del principito. Fue así como, al tercer día, conocí el drama de los baobabs.
    Fue también por el cordero y preocupado por una profunda duda, cuando el principito me preguntó:
    –¿Es verdad que los corderos se comen los arbustos?
  • Capitulo 7

    Capitulo 7
    Al quinto día y también en relación con el cordero, me fue posible revelar otro secreto de la vida del principito. Me preguntó, como fruto de un problema larga y silenciosamente meditado:
    –Si un cordero come arbustos, se comerá también las flores ¿no?
    –Un cordero se come todo lo que encuentra.
    –¿Aún las flores que tienen espinas?
    –Sí; también las que tienen espinas.
    –Entonces, ¿para qué le sirven las espinas?
  • Capitulo 6

    Capitulo 6
    ¡Ah, mi pequeño amigo, cómo he ido comprendiendo lentamente tu vida melancólica! Durante mucho tiempo tu única distracción fue observar la dulzura de los atardeceres. Esto lo supe al cuarto día cuando me dijiste:
    –Me gustan mucho las puestas de sol. Vamos a ver una.
    –Hay que esperar...
    –¿Esperar qué?
    –Que el sol se ponga.
    Primero te sorprendiste; después te reíste de ti mismo. Y dijiste:
    –¡Siempre creo que estoy en mi tierra!
  • Capitulo 8

    Capitulo 8
    Aprendí a conocer esa flor. En el planeta del principito había habido flores comunes, de una sola fila de pétalos que apenas ocupaban sitio y a nadie llamaban la atención. Asomaban entre la hierba una mañana y morían por la tarde... Pero aquella flor era distinta, había surgido de una semilla llegada quién sabe de dónde, y el principito había vigilado cuidadosamente aquella ramita tan diferente de las que él conocía.
  • Capitulo 9

    Capitulo 9
    Creo que el principito aprovechó la migración de unos pájaros silvestres para evadirse y comenzar su viaje. La mañana de la partida arregló muy bien su planeta. Deshollinó cuidadosamente sus dos volcanes en actividad, sobre los cuales calentaba su desayuno por las mañanas. Tenía, además, un volcán extinguido. Deshollinó también éste, pues, como él decía: “nunca se sabe...”
  • Capitulo 10

    Capitulo 10
    Se encontraba en la región de los asteroides 325, 326, 327, 328, 329 y 330. Comenzó a visitarlos para instruirse y ocuparse en algo al mismo tiempo.
    El primero estaba habitado por un rey que vestía ropas púrpura adornadas con piel de armiño, estaba sentado sobre un trono sencillo y, sin embargo, majestuoso.
    –¡Ah!, –exclamó el rey al ver al principito– ¡Aquí tenemos un súbdito!
    Y el principito se preguntó:
    —¿Cómo es que puede reconocerme si nunca me ha visto?