Querubines

Cuadro de querubines

  • Primeras pinceladas

    Primeras pinceladas
    A nosotros nos pintó un tal Rafael de Urbino, aunque en su casa debían llamarlo Rafael Sanzio. El caso es que somos gemelos. Soy el de la izquierda, el otro es mi hermano. A mí, evidentemente, me pintaron con un poco más de ganas: no tengo ojos de besugo, lo cual ya es un avance. Lo que yo no sabía era que me iban a vender como si fuera un vulgar paisaje, ¡y yo que tenía aspiraciones eclesiásticas, como es natural en los de mi casta!
  • La señora de la casa

    Pero vamos a ver. Entiendo que no me colocaran en un fresco, pero, Rafa, chico, no me vendas a señoras. Solo le faltaba ponerme un tapete blanco de punto para convertirme en un cuadro de costumbres castizo. Además, creo que a mi hermano lo pintaron sin cerebro: se pasa todo el día mirando a las musarañas, sin hacer nada. Para colmo, tienen un gato que me mira muy raro y a veces mea cerca de donde estoy yo. Pírate, bola de pelo, aquí mando yo.
  • Y se llamaba Judas

    Ha nacido un crío. Es redondo como una albóndiga. Es el hijo de la hija de mi compradora. Uno no se puede quejar: me llaman Queru, soy el rey y el gato está fuera. Jaque mate, felino. Lo malo es que no voy a poder echar al niño, pero seguro que tengo la oportunidad de martirizarlo. Hablando del gato (creo que le tengo mucha tirria), se llama Judas. Es que no podían haberle puesto un nombre mejor al puñetero bicho. Todavía maúlla y lo oigo. Pero qué pesado eres, muchacho.
  • Colocado en el pasillo

    Colocado en el pasillo
    Hay que echarle narices al asunto. No solo me han quitado el marco —lo cual debería acarrear consecuencias artístico-legales—, sino que me han puesto en el pasillo. Con lo cómodo que estaba yo en la habitación mirando al crío; el pobre se ponía nervioso. A ver, es cierto que así se está más fresco (lo siento por el juego de palabras), pero es que voy desnudo y Vizcaya no es una isla tropical. A ver si me pintan un abrigo o algo, que no soy un original.