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Carta desde mil celda

  • 186

    Cuarta carta

    Queridos amigos:
    El tiempo, que hasta aquí se mantenía revuelto y muda-
    ble, ha sufrido últimamente una nueva é inesperada variación,
    cosa, á la verdad, poco extraña á estas alturas, donde la proxi-
    midad del Moncayo nos tiene de continuo como á los especta-
    dores de una comedia de magia, embobados y suspensos con el
    rápido mudar de las decoraciones y de las escenas. A las alter-
    nativas de frío y calor, de aires y de bochorno de una primavera
  • Tercera carta

    Queridos amigos hace dos o tres días andaba a la casualidad por entre estos Montes y habiéndome alejado más de lo que acostumbro una reducida llanura que se descubre a sus espaldas dominada solo por la iglesia y el castillo ahí en unos campos de trigo y junto a dos o tres Nogales aislado que comenzaban a cubrirse de hoja
    En medio de algunas espigas cuya simiente acaso trajo el aire de la era cercana se columpia las amapolas con su cuatro hojas púrpuras y descompuestas
  • Segunda carta

    Queridos amigos si me vieran ustedes en algunas ocasiones con la pluma en las manos y el papel delante, buscando un asunto cualquiera para emborronar 14 o 15 cuartillas
    Entre los pensamientos que antes o culpan a mí imaginación y los que aquí han engendrado la soledad y el retiro se ha trabado una lucha titánica
    Pero esta Tombra de pensamiento tumultosos que pasan por mi cabeza
  • Primera carta

    Queridos amigos heme aquí transportado de la noche a la mañana a mi escondida Valle de veruela heme aquí instalado de nuevo en el oscuro Rincón del cual salí por un momento para tener el gusto de estrecharnos las manos una vez más fumar un cigarrillo juntos y recordar los agradables aunque inquietantes horas de mi antigua vida cuando se dejó una ciudad por otra particularmente hoy o cuando o cuando cae la nieve o azota la lluvia los vidrios del balcón de mi celda corro a buscar la claridad